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Croacia golea en las gradas

Juan Manuel Sánchez

Aficionados croatas animan antes del inicio del partido del grupo B de la Eurocopa 2024 entre España y Croacia, este sábado en el Estadio Olímpico de Berlín, Alemania. EFE/EPA/FILIP SINGER
Aficionados croatas animan antes del inicio del partido del grupo B de la Eurocopa 2024 entre España y Croacia, este sábado en el Estadio Olímpico de Berlín, Alemania. EFE/EPA/FILIP SINGER

Juan Manuel Sánchez

Berlín, 15 jun (EFE).- Si en el España-Croacia de inicio de la Eurocopa no hubo partido sobre el césped por la superioridad mostrada de principio a fin por los jugadores de Luis de la Fuente, en las gradas tampoco hubo color. O más bien sí, pero al contrario que en el verde, favorable al rojo y blanco ajedrezado.

Más de 50.000 aficionados balcánicos poblaron las butacas del Estadio Olímpico de Berlín, relegando a la inferior pero entusiasta hinchada hispana a un papel secundario, que con sus poco más de 10.000 seguidores se esforzaban por hacerse notar en el graderío.

Los croatas, que habían invadido las inmediaciones del recinto, dificultando el acceso a aficionados españoles y medios de comunicación, calentaron el ambiente desde la antesala del pitido inicial. Cuando desde la megafonía se cantaba la alineación de la Roja, no se escuchaba otra cosa que los furibundos silbidos de los encendidos balcánicos.

Les decibelios fueron en aumento cuando fueron anunciados los once titulares del conjunto de Zlatko Dalic. La voz del locutor quedaba sepultada por las ruidosas voces de los de los fieles ajedrezados, cuyo pico de volumen se alcanzó cuando le llegó el turno al capitán, Luka Modric.

Al menos mantuvieron el respeto institucional cuando sonaron los acordes del himno español, reforzado por célebre cántico de los españoles. La que era afición visitante ya se había desgañitado, eso sí, mientras entonaban el croata.

Nada más reproducirse los himnos, las bengalas comenzaron a brotar del fondo del estadio que tenían copado, tras replegar un enorme tifo con el que acompañaron el solemne momento previo.

Con las primeras incursiones por banda de Nico Williams y Lamine Yamal, se conectaron los fieles a La Roja, con el emblemático "¡A por ellos!" y el "¡Croata el que no bote!" como banda sonora, rápidamente replicado con la música balcánica. Cada una de las escasas aproximaciones de los balcánicos iba en consonancia a una irrupción sonora desde los flancos de rojiblancos del estadio, templados cuando forjaban una ofensiva los jugadores de Luis de la Fuente.

Pero los goles casi consecutivos de Morata y Fabián sofocaron el estruendo de la enardecida marabunta de la Europa Oriental. España tomó la iniciativa no solo en el césped, sino también en la grada. Los hinchas de la Roja, pocos pero valientes, retumbaron sobre las abarrotadas gradas que apoyaban al conjunto liderado por Modric, mientras cundía el desánimo en los rivales, algunos de los cuales ya empezaron a abandonar el estadio antes del descanso. Se perdieron la rúbrica que puso Carvajal.

Apenas hubo conatos de reacción en la segunda mitad por parte de los humeantes croatas -otra vez sacaron a relucir las bengalas-, centrando sus iras en las decisiones del árbitro Michael Oliver -especialmente con el tanto anulado a Petkovic tras el rechace del penalti detenido por Unai Simón- y dejando el protagonismo a los incondicionales hispanos, gozosos con las diabluras que exhibía un chaval de 16 años por la banda derecha al que ovacionaron cuando se retiró del campo, y que, esta vez sí, se adueñaron de la escena. Entre "olés" y haciendo la ola.

"¡Yo soy español, español, español!" y "¡Que viva España!" fueron sus últimos mensajes. A los croatas, que se pusieron en pie para reconocer el oficio de su equipo, les quedó claro.